lunes, 15 de febrero de 2010

Culini: El Imperio contra Caca

15 de Febrero del 2010, Semana Internacional de la Cagada de Asco. 


Sí, sí, señores, siendo aproximadamente las diez de la mañana puedo atreverme a sentenciar, con toda la justificación del mundo, que estos días fueron los más yetas de TODA mi vida. Y de nuevo, toda fuente de problemas vuelve a ser el ser peludo que habita estas pérfidas cavernas...
"¿Es posible morirse por una cagada de asco?" Se preguntaban los trogloditas cuando el mundo todavía era joven y no había tantos lobazos dando vueltas. La cuestión teofilosófica fue cuestionada posteriormente por tríbus indígenas de las sociedades arcaicas como la de los indios Bhil, donde acaecían suicidios en masa en el acantilado más cercano cuando el chamán de la tribu se quedaba boludeando por ahí y no les encontraba una solución para la tan infame pregunta. 
Siglos más tarde vinieron los griegos, que pisaron fuerte. Colosos de la talla de Parménides, Sócrates y Aristóteles se abrían paso, mandoble a mandoble, entre las esotéricas filas de los interrogantes de la vida. Sin embargo, como si de Muradín se tratase, la pregunta milenaria caía como un relámpago en la monótona tormenta, haciendo retroceder a los paladines de la Razón. 
El Buda también se cagó de asco con esta pregunta, hasta el punto de habérselas tomado de su palacio donde tan plácidamente vivía. Después, ya Iluminado, se hizo el gil y respondió otras cuestiones más fáciles, como la reencarnación, el nirvana y esas boludeces, dejando latente a su Némesis. 
Mahoma se la pasó bien por las pelotas, aunque por guacho Nobuo le hizo ver su propia necedad al evadir la pregunta, y el profeta del Islam casi la come varias veces por repudiar al politeísmo de su propia tribu en La Meca. Años más tarde, en su Corán, Mahoma escribiría: "Gracias Nobuo, Señor de los rulos, por peinarle el bigoto al gordo de Danette" 
Y llegamos a la alta Edad Media (en la que siglos de degradación humana habían dado lugar a una nueva generación de feudos llenos de negros cabezas, a los que se les oía decir "EEE loco, alto castillo tiene mi señor, loco. Vení que te invito, loco. Vamos a tomar un yogurt con zucaritas a lo del maese Braulio"). Aquí por culpa del negro Tolkien las cosas se volvieron bastante confusas, hasta el punto de que uno se cree la estupidez que dicen por ahí que Hobbiton no estaba cerca de Inglaterra. 

Con la Madre Iglesia como Guardián del conocimiento de la humanidad, la pregunta quedó confinada en las mazmorras de alguna catedral, y la gente que sufrió la Peste Negra se la tomaba a bien, abogando que la desdicha era por culpa de sus pecados y no otra cosa.

Qué equivocados estaban...

Y llegamos al Renacimiento. Cual mariposa que resurge grácilmente de su capullo luego de un largo y oscuro letargo, la Humanidad volvió a recobrar parte del conocimiento de antaño tras muchos siglos de sincretismos, cristianizaciones, toneladas de escritos quemados (como dijo Raúl Lavié, "el único libro que ilumina es el que arde") y otras chileneadas más. Y aquí es donde la pregunta cobró mayor vigor: Leonardo Da Vinci se re cagó de asco cuando su novio le dijo que tenía VIH. Colón se fue de viaje al Nuevo Mundo para bajar sus humos cuando encontró su esposa copulando violenta e intensamente con tres de sus almirantes en un camarote de mala muerte.
Y llegamos a la actualidad (¡síí, es la época en la que usted vive, señor lector! Deme un segundito, que voy a prender el fuego para el asadito en honor a su perspicacia. Ahí está. Lo prendí con la VELA DE NOBUO). Volviendo. Llegamos al mundo contemporáneo, hogar de la Kangreburguer, la secularización y los floggers (que si fusionás las tres cosas aparece el Capitán Planeta, te pega una limada de buje ecologista y se va volando a plantar un arbolito en Ghana). Aquí sería redundante entrar en detalles: Guerras mundiales, holocaustos, independencia de Chile, Malvinas, nacimiento del Enzo, etc. Mejor ni hablar.
Porque es en nuestro siglo donde la pregunta alcanza su auge: aquí ya no hay barreras ni escudos que nos protejan contra ella. Estamos desnudos y con una manzana en la boca frente a su voracidad. Sin embargo, por el bien de todos y el preservamiento de nuestra especie, debemos hacerle frente. Ya no somos niños que se escondían detrás de un velo de misticismo, o en el cándido pensamiento autoconvencitivo de que "tá todo bien, pulenta. Sacudile que no pasa nada JOjoOJojjoOJ". Ni el Curuburo nos va a salvar. Y como dijo sabiamente Don Mauricio, el carnicero del Cordiez: 
Sayonara, Salvatore.
 

(Notarán que, a pesar de mi formación cristiana, no incluí al señor MISANPLAS en este...coso. Y eso es porque el tipo se lleva todos los premios. El pobre llegó, convirtió pan en vino y agua en licor, contó un par de parabolasos y lo empalaron como a un mamut en la cruz. Después de mí y tal vez del Enzo, este señor se lleva el Teto de Oro a la cagada de asco más grande de la historia.)


Yair, el mártir de la "C". 

PD: Los capitalistas son capitalistas porque tienen plata. 

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