domingo, 7 de noviembre de 2010

"Hijo, hay cosas en la vida que te hacen pete."

¡EEEEEEEEEEEEEE!

Si, si, después de tanto tiempo de hacerme esperar, vuelvo hecho una tormenta de historias llenas de aventura, de amor, de acción, de engaños y desengaños, de tiros, de sexo y de TONAL. Como pasó tánto tiempo desde la última vez que frené algo, voy a tener que hacer un post larguísimo, así que yo les recomiendo que se armen una viandada y se preparen para amurarse a la silla un buen rato.

Estamos pasando por una época signada por el advenimiento de uno de los colosos celestes más peligrosos que acechan la continuidad de nuestra especie: el Curuburo. La colisión tendrá lugar dentro de un par de años, esto es en el 2012, y eso me hace pensar que seguir contando los años para adelante es un síntoma de optimismo. Pero no un optimismo hippie, sino un optimismo postmoderno: un incontenible instinto gregario que se canaliza a través de un hedonismo violento, eufórico. Lo único que mantiene viva a una persona es el mismo deseo de seguir viviendo. Y por eso seguimos escuchando por las calles cosas como: "Te tengo ganas. Y a tu mamá también", "¿Lo conocés a Marcelo?", "¿A cuánto tenés el cucu?", "Siete mil y la moto", "Repositor de supermercado", "Si, TONAL", "¡Vení a ver lo que acabo de hacer en el inodoro!: se llama Jumbo", "Me voy a vivir a Catamarca". ¿Se dan cuenta de cómo la resignación de a poco se va instalando, hasta que de pronto nos sorprendemos con una felicidad miserable?. Me gustaría mostrales una foto del Atao jugando con caca para que entiendan lo que les digo, pero mejor paso a un caso que tiene muchos episodios de este tipo: el mío.

A principio de año mi viejo me citó para charlar a su despacho, encendió su pipa, y a la tenue luz dorada de una lámpara búlgara esculpió con voz grave y serena las palabras que marcarían mi destino para siempre:

"Hijo, hay cosas en la vida que te hacen pete."

Acto seguido me comí un zapatazo en el culo, y entendí que tenía que buscarme un trabajo y reflexionar sobre el sentido de esa frase. Volví al depto, me tomé un cafecito masticable, puse Beethoven y empecé a pensar. Al cabo de analizar todas mis competencias, mis aspiraciones, mis virtudes y defectos, las posibilidades de inserción en el mercado y la previsibilidad económica del sistema, me levanté resueltamente de la silla con una respuesta contundente: "Tengo que salir a pedir monedas".

Al cabo de una semana me encontré a mí mismo como un vagabundo. Mis ropas harapientas y húmedas de sudor y orín ajeno, los huesos fuertemente marcados sobre una piel ya verde de bañarme en la Cañada, la lengua adormecida de tanto vino para pasar las noches heladas, y los ojos tristes y perdidos, anhelando los rostros de la gente que pasaba evitándome con una mueca de asco. "Mirá, mamá, es el hombre colchón", decían los niños. Y entonces me di cuenta de que había algo mal: me faltaba el TONAL.

Volví al departamento, me bañé, me afeité, me puse ropa decente, me pegué una atracada de Shostakovich, redacté un curriculum deslumbrante y salí a recorrer la ciudad en busca de nuevas fronteras. Mientras cerraba la puerta me pregunté por qué no se me había ocurrido dormir, comer y bañarme en el depto durante la época de mendigo, lo cual me recordó nuevamente la frase de mi viejo.

En este punto hago un alto, porque las entrevistas de trabajo para call center las conté en otro post, así que lo único que voy a acotar a eso es que irónicamente me terminaron llamando del lugar del que escribí, e incluso entré con la chica esa que no diferenciaba una computadora de un lavarropas. Después de una capacitación bastante acelerada (que incluyó episodios como "Chicos, todos saben armar una LAN, ¿no?... (silencio) ...listo, pasamos a otro tema), bajé a línea y empecé a atender.

Justo en ese momento me llamaron de una empresa para probar vicio, así que fui. Primero llegué al edificio, le di varias vueltas porque no le encontraba la manija a la puerta, hasta que vino un guardia y pasó la tarjeta. Me hicieron pasar, y arrancó la entrevista.

- Buenas tardes, Jonatan, ¿cómo estás? - Me preguntó una chica hermosa.
- Cagado de hambre, como siempre, pero bien. - Le respondí. Es mi típico galanteo para dar pena.
- B... bueno. Contáme, ¿cómo te llevás con los juegos? - Me increpa nuevamente, sin demostrar el mínimo indicio de lástima. Así que me puse en duro y proseguí:
- Soy una máquina con los turcos en el Age, me armé el equipo de Gondor en el Futbol 95, tengo un torito en el Need for Speed y un Alturil en cada juego de rol. - Y me quedé mirándola muy seriamente, con las manos cruzadas.
- ¿Y con el inglés?
- No, uso los turcos porque tienen pólv...
- ¡No, el idioma, p!... Jonatan.
- Ah... ¡Bien! - Fue algo medio repentino, pero se ve que puse mucha cara de "ponele", así que la chica empezó a probarme.
- Well. So, please, just for the record, let me check your language skills. I´ll ask to you a couple of short questions, ok?
- Ajá... - Respondí con cara de interesante, aunque la verdad que no entendí un zorongo.
- Tell me something about you, your family, your interests....
- Güel... I have mucho interest en testing the vicio, because I have vivited en un departament with many negros que le enter very hard al pappppaaaa, you know... For other side, my family is viviending en otro place, and I don´t want to ir for allá muy seguid because there vivs the Atao, and he morfs too much.
- Are you studying something?....
- Yes, I´m TONAL. My friends tell me que this music is very sacated, que makes bad, but I don´t me import much because TONAL don´t necesit explication, TONAL is TONAL. And punt.
- Where did you learn the english language?
- In the secondary school, un poquit, other poquit vicianding, but my great teacher was the sketch of Cha Cha Cha. The noticier.

Al cabo de eso hizo algunas anotaciones mientras meneaba la cabeza. Yo tarareaba una melodía de Prokófiev que se me había pegado mientras trataba de mover las manos lo menos posible, pero se iban solas.

- Bueno, Jonatan, listo, vos andá que nosotros te llamamos. - Me dijo, muy amablemente. Tan cándida fue la expresión de su rostro, que me animé a desempolvar un nuevo galanteo.
- Ok, un gusto. Y for the record, como decís vos: sos muy linda. - Dije, con voz grave, levantando una ceja. Irresistible.
- Ay, gracias... - Me respondió, un poco ruborizada. A partir de entonces los hechos se precipitaron.
- ¿Vamos a tomar algo?
- NO.
- Listo, chau.

Lo loco es que al final quedé, así que se ve que al fin y al cabo nadie puede resistir mis poderes de seducción. Mandé a la mierda el call center con un último llamado en el que casi la pongo por teléfono de lo banana que fui, y entré a pistear en el testing de vicio. Estaba muy contento porque había metegol, ping pong, fruta, masajes, aire acondicionado, alfombra, muchos freaks, facturas, café, mate y sobre todo podía escuchar TONAL todo el día. Era perfecto.

El día que fui a cobrar pongo la tarjeta y el cajero se me entró a cagar de risa (me cagué todo, imagínense, es siniestro). Yo miraba para todos lados muy desorientado, la gente se empezó a contagiar, así que todos se burlaban de mí. En medio de la cháchara se le caen un par de billetes que yo agarré desesperadamente y el tipo sin parar de reirse me dice "bue, llevátelos, pibe". Ese era mi sueldo. Ahora todos los meses le tengo que pagar diez pesos al cajero para que no se me cague de risa y me humille al frente de todos, pero sigo cobrando una miseria. Una vez más, entendí la frase de mi viejo.

Pero uno sigue por la vida, la plata no es todo, así que por esos días me fui a una MARCHA. Si, si, esa que se están imaginando. Por empezar, me atendió un traba de unas dimensiones bastante importantes (en todo sentido), que a continuación me voy a tomar la molestia de ilustrar:


La cuestión es que apareció en rollers acompañado de otro traba bastante más bizarro porque estaba disfrazado de abeja. Ahora que me doy cuenta hubiese sido más gracioso dibujar al gordo, pero bueno, sirve igual para que vean más o menos a donde anduve. Fue un ritual bastante raro, porque los cantitos por ejemplo iban al revés de lo que todos conocemos; por ejemplo, todos saltábamos al compás de "El que no salta no se la come". Después de agitar un poco empecé a doblar las cejas mientras decía la frase más despacio para entenderla mejor, hasta que dejé de saltar para analizar bien lo que estaba haciendo.

Se hizo un silencio en toda la plaza, todo el mundo se paró, y la gente se apartó para dar paso a un travesti que era más grande que los otros dos juntos, lo que técnicamente vendría a ser un gigante. Esgrimía con sus dos enormes manos un consolador tachonado, desproporcionado incluso para él. Con el otro par de brazos sostenía un escudo torreón forrado con la piel de un homofóbico, y enredado en la melena llevaba un par de lesbianas teniendo sexo. Abrió su enorme boca que no se si estaba pintada con rouge o con sangre, y me dijo con voz de titán: "Perdón, ¿no entendiste la consigna?". Me hice pis.

¿Se acuerdan de la cara de la chica que le da matraca al bolillero en el sketch de Cha Cha Cha? Bueno, con esa misma cara empecé a saltar en el charco de pis como un enfermito mientras lloraba de miedo, entonando la cancioncita lo más fuerte y claro que podía. Un gay disfrazado de mariposa pasó corriendo, me sacó una foto, gritó "¡¡¡UuuuuuuuuuuuUUUuuuuuuhhhhhhh!!!" y todos empezaron a saltar de nuevo. El coloso se acomodó la tarsca con una pala, pegó media vuelta y se fue. Muy pero muy asustado me fui a mi casa. Cuando llegué prendo la compu y no solo estaba esa foto dando vueltas por Facebook, sino que de alguna forma que todavía no desentraño, la tenía de fondo de pantalla


Después de otras aventuras que contaré más adelante, llega el día de hoy. Y mientras la gente va triunfando por la vida uno se queda comiendo Frutigrán, escuchando Roxette y añejando su alma frente a la pantalla de Cultura, mientras reflexiona sobre el fuerte sentido de esas sabias palabras: "Hijo, hay cosas en la vida que te hacen pete". Para pensar.